No siempre fue fácil.
DespuĂ©s de 30 años enseñando Kung Fu, uno creerĂa que ya lo ha visto todo… pero algunas de las heridas más profundas no vienen de los golpes, sino de las personas en quienes uno confiĂł.
Yo fui vĂctima de varios “Sifus” que, más que formar, manipulaban.
Que usaban su posiciĂłn para controlar emocional y econĂłmicamente.
No eran mentores; eran carceleros disfrazados de maestros.
Y en ese ambiente, con el corazĂłn herido y el espĂritu desgastado, tomĂ© una decisiĂłn:
“Voy a hacer mi propia cosa. Ya no necesito a nadie.”
Y asĂ lo hice.
Desde fuera, parecĂa una elecciĂłn fuerte, valiente, incluso práctica.
Pero la verdad es que esa decisión no nació de la claridad…
naciĂł de la tristeza.
De la amargura.
De la frustraciĂłn.
No fue fruto de independencia saludable, sino de una decepciĂłn profunda.
🌿 El deseo de un verdadero mentor nunca murió
Aunque tomé ese camino, nunca dejé de anhelar algo auténtico.
Un mentor real.
Una relaciĂłn sana.
Alguien que no solo enseñara técnicas, sino que cuidara mi corazón y mi crecimiento.
Un Sifu de verdad.
Pasaron los años, y Dios fue sanando mis heridas poco a poco.
Hasta que un dĂa, sin buscarlo forzosamente, llegĂł esa figura:
Mi Sifu Moy Don.
Con él, por primera vez, experimenté lo que realmente significa estar bajo cobertura, pero con dignidad.
Lo que es tener guĂa sin esclavitud.
Lo que es crecer sin miedo a ser usado.
Y ahĂ, lo entendĂ con más fuerza que nunca:
El Kung Fu no se hereda solo.
🧠Hacer lo tuyo no siempre es madurez — a veces es herida
Mucha gente dice:
“Quiero hacer mi propio camino.”
“No necesito Sifu.”
“Prefiero trabajar solo.”
Y puede que algunos lo digan desde un lugar sano.
Pero muchos lo dicen, como yo lo hice, desde un corazĂłn herido.
Desde una traiciĂłn.
Desde una decepciĂłn.
Desde un liderazgo que les fallĂł.
Pero no puedes dejar que la herida dicte tu futuro.
Separarte por defensa puede ser entendible, pero quedarte separado por orgullo… eso te detiene.
Porque crecer solo es crecer limitado.
Y esperar que un dĂa tus estudiantes sigan tu legado,
cuando tú mismo no quisiste cuidar el de nadie…
es, honestamente, una forma de hipocresĂa.
🤝 El valor de una comunidad real
Hoy disfruto de algo que antes solo soñaba:
Una familia marcial real.
Un linaje vivo.
Un Sifu que no me aplasta, sino que me impulsa.
Y más aún:
hermanos que no compiten conmigo, sino que caminan conmigo.
Esto no se trata de estar de acuerdo en todo, sino de caminar con lealtad.
De tener a alguien que te corrija con amor.
Que te confronte cuando te desvĂas.
Que te levante cuando flaqueas.
Porque el Kung Fu no es solo técnica.
Es carácter.
Es comunidad.
Es legado.
🧍‍♂️ ¿Qué estamos enseñando con nuestro ejemplo?
Si hoy decimos:
“Yo prefiero hacer lo mĂo solo…”
Entonces no esperemos que un dĂa nuestros estudiantes hagan lo contrario.
No podemos exigir lealtad, si sembramos independencia egoĂsta.
No podemos hablar de legado, si el nuestro naciĂł de una ruptura sin redenciĂłn.
💡 Conclusión: Volver a confiar también es Kung Fu
El camino del arte marcial no solo se trata de manos, formas y combates.
También se trata de perdonar.
De sanar.
De volver a confiar.
Y de volver a pertenecer.
Yo estuve ahĂ.
Solo, resentido, decepcionado.
Y aunque enseñé por muchos años,
no fue hasta que encontré un verdadero Sifu que sentà que volvà a casa.
Porque el Kung Fu, como la vida…
no se hereda solo.